Parece que la habitación esta dando vueltas sobre si misma o quizás es que ella se ha vuelto loca de un momento a otro. De nuevo todo tranquilo, delicados rayos de sol se cuelan a través de las cortinas que ondean como tímidas olas en un mar en calma, bañan la habitación con esa cálida luz que tanto le gustaba a él, y otra vez más, cae en sus recuerdos..." Una tranquila mañana de primavera, otra de las muchas noches que han pasado juntos, pero única, especial. El viento frió de la mañana entra por la ventana que se olvidaron cerrar por la noche y le recorre por todo el cuerpo un escalofrío. Sonríe, una entrecortada respiración le sopla en la nuca y hace que se estremezca una vez más, cuidadosamente se da la vuelta y se lo encuentra ahí, a un centímetro, tan perfecto como siempre y lo quiere, lo quiere más que nunca por muchos motivos, uno de ellos es que es la primera mañana de un nuevo año juntos. De pronto el abre los ojos y risueño, todavía, la estrecha entre sus brazos y le da un cálido beso, de esos que hacen que la piel se te ponga de gallina, que el corazón te vaya a 1000 o incluso a 5000 y que hacen que en el estómago sientas algo que no se siente todos los días..."Y rompe a llorar como hacía tiempo que no lloraba, esas paredes que tanto han visto la atormentan cada vez más y decide marcharse. Le da igual quedarse la piel o que sus amigos y familia no le perdonen nunca lo que va ha hacer pero le da igual, lo que siente es mas fuerte y por nada del mundo va a dejar que se apague como una débil vela. Coge las llaves, la cartera y su chaqueta y decide ir a buscarlo, aunque tenga que nadar miles de kilómetros ó dejarse los pies en el asfalto, le da igual porque sabe que si él se marchó no fue voluntariamente y si lo hizo así por lo menos desea verlo aunque sea por ultima vez. Y decidida como pocas veces es ella sale de allí y lo primero que se le viene a la cabeza es el primer lugar, el primer sitio donde sus miradas se cruzaron como si cada uno estuviera viendo algo fantástico, allí donde siempre se escapaban como dos locos a los que lo único que les unía era el amor en común, allí donde sabia que tantas veces él había ido a buscarla, allí donde esperaba encontrarlo una vez más, allí donde estaba segura de que él la estaba esperando...
Y efectívamente, como un niño que observa navegar su barco de papel, allí estaba sentado él, en el borde de ese rió que tanto callaba, no se explicaba porque no había ido a buscarla ni le había dado explicaciones pero eso ahora era lo que menos le importaba. Se fijo en sus manos, esas manos tan suaves que tanto le gustaban, y se dio cuenta de que sostenía algo, se acerco poco a poco por detrás, él, a sentir una suave respiración se dio la vuelta, no se sorprendió al verla, la miro fijamente a los ojos y le entregó ese objeto que sostenía, una rosa roja tan fresca, tan delicada, tan llena de amor como ninguna otra y la beso sin esperar respuesta, tan solo como él sabia hacerlo.
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Sonrisas